Esta prenda vivió décadas de gloria En los años 60 la prenda de sujeción y seducción se convierte en símbolo político, adquiere otra dimensión y se transformó en un símbolo de sumisión en las manifestaciones feministas, que lo veían como una atadura al servicio de los caprichos del hombre. Con una espectacular caída de ventas, su futuro parecía en entredicho. París y Nueva York fueron los escenarios escogidos por las jóvenes hippies para despojarse de los sostenes y echarlos a arder a las hogueras reivindicando una auténtica libertad sexual.
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